Desconocimiento por parte de los padres de su verdadero papel en la educación y enseñanza de sus hijos. Hemos conocido innumerables casos de padres realmente preocupados por encontrar un colegio idóneo que eduque a su hijo al mismo tiempo que, además le enseñe lo que debe enseñar y quedándose tranquilos y completamente al margen de la educación y enseñanza de su hijo a partir de ese momento. Craso error. Tienen la obligación de informarse adecuadamente.
Falta material de tiempo para dedicarse a esa función fundamental y también a otras funciones familiares, en especial su propia autoformación continuada por el ejercicio de sus funciones y subsiguiente reflexión de lo ejercitado, Y esta falta de tiempo deriva entre otros de los siguientes factores que nos interesa resaltar:
- Absurdos horarios de trabajo que cuando no llenan casi todas las horas de vigilia de los padres, estan repletos de irregularidades y falta de coincidencia con horarios escolares.
- Lógica y natural priorización de las relaciones de pareja que suelen ser simultaneadas en gran parte con los tiempos de recreo y distracciones sin reservar los espacios que idealmente deberían ser dedicadas a la relación con los hijos.
- Atención de los adultos intensísimamente atraída por un cúmulo incontenible de información que les llega a través de una riada de tecnología de gran diversidad y progresiva complejidad que, a su vez y por resultar en sí misma atractiva, requiere atención y tiempo.
- Necesidad de tiempo de descanso que, por todas las circunstancias anteriores, se ve muchas veces reducido en exceso.
Un estado emocional frecuentísimamente lleno de grandes tensiones derivadas de hechos y acontecimientos del entorno, incluso del lejano, que les llegan de forma frecuente y continua, simultáneas y complejas, en numerosas ocasiones llenas de crudeza. Y ademas estas tensiones emocionales no dejan ni un resquicio para reflexionar sobre ellas el tiempo necesario para poder alcanzar el equilibrio emocional que facilite la serenidad y la ecuanimidad. Y Adolescente ve y observa a sus padres y sus conductas derivadas de sus estados emocionales, apenas se relaciona con ellos para recibir adecuadas explicaciones y forma su propia escala de valores, se educa, aprende… lo que observa y ve; no serenidad de actuación, ecuanimidad de decisiones, juicios reflexivos; en una palabra personalidades equilibradas como sería deseable.
En la próxima entrega reflexionaré sobre posibles vías de aminorar estas anomalías.
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