viernes, 17 de abril de 2009

Enseñanza conjunta para ambos sexos

De nuevo vemos aparecer en la prensa la antigua polémica de enseñanza conjunta o diferenciada por sexos resaltando los inconvenientes y ventajas de una y otra postura. Aún admitiendo que con ambas conductas los adolescentes pueden alcanzar la madurez superando las dificultades, quiero reiterar mi postura al respecto: CONSIDERO MÁS LÓGICA Y NATURAL LA ENSEÑANZA CONJUNTA DE AMBOS SEXOS. Se aducen como inconvenientes que la existencia de "explosiones hormonales anárquicas" en los adolescentes pueden crear problemas para la enseñanza. Por mi parte, en toda mi vida profesional y familiar sólo he podido observar en los adolescentes normales "evoluciones hormonales normales y lógicas" que requieren una mayor atención del entorno para que a los adolescentes les queden bien patentes los límites de su conducta y con ello le faciliten el camino de la dirección adecuada de autodominio de sus conductas. Y evitemos así la creación de "mitos de sexo" que no hacen otra cosa que exacerbar fabulaciones e incitar a conductas no tan naturales o extemporáneas. Yo parto de la base de la normalidad y conveniencia de los flirteos y amoríos a estas edades. También se aduce como inconvenite de la enseñanza conjunta el hecho de que las adolescentes muestran un adelanto en su maduración de unos 2 años de promedio respecto a los adolescentes. Ello es verdad, pero no ha de representar ningún inconveniente para la enseñanza puesto que en un conjunto de adolescentes, aunque sean del mismo sexo, estas diferencias individuales de nivel de maduración (tiempo biológico) también existen y la enseñanza en la Institución no ha de ser individualizada sino colectiva y ha de impartirse a un colectivo de amplias diferencias de capacidades mentales. La individualización se ha de reforzar en el seno familiar apoyando a que la logre el propio adolescente. También vemos escrito que "no se le encuentra ninguna ventaja" a la enseñanza conjunta para ambos sexos. Y a mi entender las tiene todas porque, precisamente en el momento culminante de formación de la personalidad y de la escala de valores, transcurre en el ambiente social normal y lógico en el que posteriormente va a trancurrir toda la vida del ser. Para mí tiene además la gran ventaja de que ayuda extraordinariamente a la evolución normal de "la mente sexual" del ser en su maduración, evitando "mitos", fabulaciones" y sobre todo ayuda a dar a las relaciones intersexos la supremacía de la esfera afectiva de las emociones.

sábado, 28 de marzo de 2009

Hace ya unos 2 meses que no he escrito nada en mi blog y creo que resulta necesaria iuna explicación a mis posibles lectores. He estado muy ocupado con unas nuevas relaciones contractuales con Editorial OCEANO en virtud de las cuales me he comprometido a entregarles algunos de mis escritos ya editados, la lección magistral que imparto en la Universidad a estudiantes de pregrado y a iniciar una serie de entregas sobre consejos y recomendaciones a los padres y a los alumnos de pregrado de Medicina que puedan interesarles que recogen mis experiencias en mi consulta privada de Pediatría que desarrollé durante 54 años y que recojo en una serie titulada "Perspectivas de un pediatra senior". Todo ello estará a disposición de quien pueda estar interesado a través de los servicios electrónicos de las Bibliotecas públicas en los que podrán leerse mis criterios sobre temas de atención y cuidados al niño normal. Pienso que esta acción me va a permitir dejar reservado mi blog para temas de actualidad candente que puedan aparecer reflejados en la prensa ordinaria y por tanto mi aportación al blog será menos periódica, pero espero que pueda seguir siendo de interés. Pido disculpas por esta demora y aprovecho para enviar un cordial saludo a mis lectores.

martes, 3 de febrero de 2009

sobre el TADH

Contestamos hoy al primer grupo de preguntas que nos planteabamos el lunes pasado 26 de Enero: ¿son adecuadas las relaciones del niño con los padres, tanto en un sentido cuantitativo y muy especialmente cualitativo?. Y respondo: ¡Rotundamente no!. Una vez superadas las primerads etapas de lactante y niño pequeño, los padres en general piensan en como llenar el tiempo de su hijo en una guardería o jardín de infancia o en ciertos momentos con "un canguro". Generalmente sus actividades laborales les llena la inmensa mayoría de sus horas de vigilia y para el resto de su tiempo encuentran también actividades socialeso de propio ocio de muy dificil supresión. A su hijo lo ven, lo cuidan unos momentos, pero "no vive con ellos", "no puede captar" sus actividades ni oir y escuchar "sus frases, sus conversaciones" con suficiente continuidad o reiteración. En su preconsciente los padres son conscientes de estas deficiencias y calman su inquietud de responsabilidad pensando que "la escuela enseñará y educará a su hijo" lo que es su obligación. Y aquí radica otro error. La guardería y también el jardin de infancia no tienen que enseñar a los niños, sino tienen que cuidarlos, permitir que aprendan "captando el entorno que se les ha ampliado" y facilitando que "comiencen sus relaciones sociales con otros niños". La escuela primaria iniciará una cierta enseñanza: la del aprendizaje de simbologías y la de facilitar el razonamiento concreto con los conceptos de cantidad, de tiempo, de espacio. Todo ello enriquecerá la captación del entorno en la familia y concretamente con los padres que será la base más rica para estas edades de la infancia antes de llegar a la adolescencia. Todo lo dicho no minimiza la gran labor que ha de desarrollar el maestro/a en la escuela primaria, sino todo lo contrario, lo engrandece porque lo pone paulatinamente al mismo nivel que el de los padres en las fases más avanzadas de estos periodos hasta el punto de convertir al maestro/a en nuevo patron-guía. En la forma de llevar a cabo estas misiones en las referidas etapas y en hacerlo en un ambiente emocionalmente rico y equelibrado, radica el secreto de prevención de la gran mayoría de los actuales TADH. Seguiremos ...

lunes, 26 de enero de 2009

sobre el SADH

Decíamos la semana pasada que nos sorprendía poderosamente el extraordinario número de niños que son diagnosticados de falta de atención y sometidos a tratamiento medicamentoso. Lo que sí está hoy día diagnosticado con certeza es el frecuente fracaso escolar y los bajísimos rankings alcanzados por nuestros escolares en las evaluaciones internacionales. Pero ello no siempre es achacable a los niños: >***¿estamos seguros que la conducción anímico-afectiva de los chavales es la correcta?, ¿el tiempo que cada uno de los padres conjunta y aisladamente dedica a estar positivamente con su hijo es el deseable?, ¿la relación materno y paterno-filial es cualitativamente la conveniente?. >Y estas circunstancias han de ser aplicadas también al tiempo de estancia del niño en la escuela para sus relaciones con el maestro/a >***¿estamos seguros de que los sistemas de enseñanza son los adecuados para la infancia? ¿se sabe bien que durante todas las fases de la infancia hay que enseñarle muy poco y ayudarle a dejarle aprender mucho?, ¿se tiene correcta consciencia de que los “fracasos” en el curso de estas edades son algo inherente y necesario para su aprendizaje?.strong> En gran número de casos constatamos que muchos de los puntos señalados “no van bien”. A analizar todos y cada uno de estos puntos vamos a dedicar las próximas aportaciones.

miércoles, 21 de enero de 2009

Hace ya más de un mes desde mis últimas reflexiones. Las fiestas y celebraciones navideñas, la perspectivas de iniciar nuevas actividades han tenido fijada mi atención. Pero no quiero abandonar mi blog y aquí estoy de nuevo. Y ya que he citado lo de mi atención, me viene a la memoria un asunto pendiente sobre el que quiero reflexionar: el de los niños afectos de TADH, trastorno de la atención, depresión e hiperactividad de los niños y adolescentes. Se ha puesto de moda, se habla mucho de él tanto en círculos sociales como en simposiums y reuniones científicas. Se consulta con suma frecuencia al pediatra y a psicólogos; en las escuelas maestros y profesores alertan a los padres y en todos los medios se busca en él la causa del frecuente fracaso escolar. Pero el máximo riesgo lo vemos en la gran cantidad de seres que en plena edad de desarrollo se encuentran sometidos a tratamientos de pastillas, anfetaminas, diazepanes... de drogas. Muchos más de los que a finales del siglo XIX y principios del XX sufrían palmetazos o habían de ponerse de rodillas con los brazos en cruz o de aquellos que ya avanzado el siglo XX eran sometidos a innumerables test psicológicos, a reiteradas e interminables horas de refuerzo escolar, de sesiones de psicoterapia. Yo, como pediatra, pienso que, una vez abandonados y descartados los castigos corporales, todos estos procederes tienen su base científica, su adecuación como tratamiento de trastornos de evidente existencia. Pero me llama poderosamente la atención y me asusta la cantidad de niños y adolescentes a los que se aplica. ¡Algo falla!. En esta punto me aparecen dos grandes dudas a analizar: ¿todas las aparentes desviaciones son achacables al niño? ¿hasta donde llega la normalidad en las variaciones de la atención dentro de la diversidad de los individuos en desarrollo? ¿todos los casos de aparente desviación requieren tratamiento psicológico o farmacológico? En la próxima semana abordaremos la primera duda.